El IAA abre sus puertas con motivo de la Noche de los Investigadores

Este viernes 27 el Instituto de Astrofísica de Andalucía abre sus puertas con motivo de la Noche de los Investigadores, jornada en la que los asistentes podrán conocer el universo de la mano de quienes lo estudian

 

26/09/2013

¿Sabéis que en Granada hay un laboratorio de polvo cósmico donde se estudian desde cenizas volcánicas y tormentas de polvo hasta polvo de cometas, y que incluso han desarrollado una técnica de diagnóstico médico no invasivo para el cáncer? ¿Y que se está gestando un instrumento que buscará planetas similares al nuestro en otras estrellas? ¿O que desde la Glorieta de Astronomía (antes Camino Bajo de Huétor 50) se estudian los fósiles de nuestro Sistema Solar, los agujeros negros, las galaxias activas o incluso el pasado del universo? Todo ello ocurre en las instalaciones del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), que este viernes abre sus puertas para que los ciudadanos puedan conocer el cosmos de la mano de quienes lo investigan. Enmarcada en la Noche de los Investigadores, organizada por la Fundación Descubre, el IAA os ofrece la noche más astronómica. Y existen multitud de razones para venir.

Razones heladas

En los confines del Sistema Solar, en una región más allá de Neptuno en la que el Sol apenas ilumina y donde la temperatura desciende hasta los 220 grados bajo cero, existe una población de objetos celestes que hace pocos años sufrió un cambio de régimen. Hoy sabemos que se trata de la mayor estructura del Sistema Solar, pues según las estimaciones debe contener más de cien mil cuerpos de más de cien kilómetros y miles de millones con tamaños kilométricos, pero desde 1930 hasta 1992 solo se conocía uno, Plutón. Ese multitudinario enjambre, llamado cinturón transneptuniano (o cinturón de Edgeworth-Kuiper), fue mostrando a algunos de sus miembros menores de forma progresiva hasta que en 2005 se captó una imagen de Eris, el objeto transneptuniano cuyo tamaño, en unas primeras estimaciones mayor que el de Plutón, supuso un hito en la caracterización de objetos en el Sistema Solar: aunque en un principio se habló de décimo planeta, finalmente se impuso una redefinición del concepto de planeta que no incluía ni a Eris ni a Plutón. En una decisión que produjo controversia, la Unión Astronómica Internacional decidió que ambos pasaran a integrar una nueva categoría de objetos, los planetas enanos, reduciendo el número de planetas del Sistema Solar a ocho.

Pero el interés de los objetos transneptunianos va más allá de esta anécdota sucesoria, porque estos objetos constituyen los restos de la formación de los planetas a partir de una nube de gas y polvo que también originó el Sol, de modo que guardan las claves para conocer la formación y evolución del Sistema Solar hace 4.600 millones de años. "Intentar encajar todas las piezas del puzle transneptunano está siendo un verdadero -aunque apasionante- infierno para los teóricos que estudian el origen y evolución del Sistema Solar", confiesa Pablo Santos, investigador del IAA que participa en la noche más astronómica. Pablo Santos forma parte del grupo de investigación que desveló en 2011 que el tamaño de Eris es inferior al estimado inicialmente (lo que lo convertía en el gemelo de Plutón y no en su hermano mayor) y este viernes contará los avances en el conocimiento de esta población de cuerpos helados, la importancia de su investigación y los resultados obtenidos en su proyecto de investigación "Los objetos transneptunianos molan" ("TNOs are cool").

Razones diminutas

Algunos miembros de otra población de cuerpos helados visita de vez en cuando nuestro cielo. Se trata de los cometas, objetos de estudio de la investigadora del IAA Olga Muñoz  cuyo trabajo muestra cómo una ciencia básica como la astrofísica puede producir resultados aplicables a otros campos y, a la larga, mejorar nuestras vidas. Muñoz ha desarrollado un laboratorio para el estudio experimental de las partículas de polvo que se hallan presentes en escenarios tan diversos como las atmósferas de los planetas, las colas de los cometas o los discos en torno a las estrellas jóvenes. En el laboratorio simulan la interacción de la luz solar (o de cualquier otra estrella) con el polvo de las atmósferas que ilumina (planetarias, cometarias, medio interplanetario, etc.) y así obtienen información fidedigna sobre la estructura y evolución de estos cuerpos. Sin embargo, las aplicaciones de este laboratorio, con características únicas en el mundo, van más allá de la astrofísica: “El efecto de las partículas de polvo en suspensión en la atmósfera terrestre, conocidas como aerosoles, es una de las mayores fuentes de incertidumbre en los estudios climáticos", asegura Olga Muñoz, cuyo grupo ha trabajado con cenizas procedentes del volcán islandés Eyjafjällajokull, que entró en erupción en 2010 y produjo el colapso del tráfico aéreo. También trabajan con muestras de arena muy fina procedente de los grandes desiertos, que puede permanecer en suspensión en la atmósfera durante meses afectando así al equilibrio térmico, con muestras de arena del Sahara recogidas en el Observatorio de Sierra Nevada y de arena del desierto del Gobi que ha “viajado” más de dos mil kilómetros. Finalmente, el laboratorio se ha revelado como una herramienta útil para el diagnóstico médico no invasivo, como la investigadora nos contará en la noche más astronómica.

Razones extraterrestres

Muy cerca del laboratorio de polvo cósmico, en la Unidad de Desarrollo Instrumental y Tecnológico (UDIT) del IAA, se gesta otro avance tecnológico impresionante: se trata de CARMENES, un instrumento diseñado para buscar planetas rocosos (es decir, similares al nuestro) alrededor de otras estrellas. Miguel Abril, ingeniero del Instituto de Astrofísica de Andalucía responsable de la electrónica del instrumento, asegura que en Granada (¡en el Zaidín!) se construyen instrumentos para misiones espaciales, para observatorios en tierra e incluso para misiones que viajan en globo aerostático. De hecho, su intervención en la noche más astronómica busca no solo mostrarnos los engranajes del desarrollo tecnológico que se realiza aquí, sino también convencernos de que tanto los grandes descubrimientos científicos como los pequeños estudios que forman parte del continuo progreso en el conocimiento humano se sustentan, casi siempre, en una base instrumental que es totalmente desconocida para el gran público. "Sin olvidarnos del retorno tecnológico que genera esta tecnología... Elementos tan de uso cotidiano como internet, el teflón de las sartenes o las cámaras digitales proceden de investigación espacial o científica. Quien venga al encuentro descubrirá la tecnología que hace posible la ciencia y se llevará alguna sorpresa, porque la tecnología puede ser apasionante", adelanta Miguel Abril.

Las razones más oscuras y "de más peso"

Casi sin excepción, en una charla sobre astrofísica (aunque trate de Marte o de cómo nacen las estrellas) alguien preguntará por los agujeros negros. De modo que nos hemos adelantado y hemos incluido en el menú de la noche más astronómica estos fascinantes objetos que, como explica Antxon Alberdi, "son tan negros como los pintan". "Lo que sucede -aclara el investigador- es que tenemos una gran cantidad de materia en un espacio muy pequeño, lo que produce un campo gravitatorio tan intenso que atrae todo lo que se halla a su alrededor, incluso la luz; de ahí el término agujero negro". Y podemos encontrarlos prácticamente en todas las regiones del universo, desde los agujeros negros primordiales, donde la masa de un asteroide de halla concentrada en el volumen que ocupa un átomo, hasta los agujeros negros supermasivos, con masas de diez millones de veces la masa del Sol concentradas en un espacio menor que el que ocupa el Sistema Solar. La atracción de estos oscuros objetos nos ha llevado a incluirlos en el programa de este viernes por partida doble: por una lado, Antxon Alberdi nos guiará hacia el horizonte de sucesos de los agujeros negros (la región donde, una vez dentro, ni siquiera la luz puede escapar) y contará "algunos de los resultados más espectaculares y actuales de la astrofísica".

Por su parte, Josefa Masegosa nos acercará a los objetos más energéticos del cosmos, las galaxias activas. "Imaginaos un cúmulo de galaxias, con sus cientos de galaxias agrupadas, y la enorme cantidad de energía que suman. Pues una sola galaxia activa puede superar en luminosidad a todo un cúmulo de galaxias". ¿Y cómo puede una galaxia producir tanta energía? Aunque existen diversos tipos, la visión actual defiende que todas las galaxias activas responden a un mismo fenómeno: la presencia de un agujero negro supermasivo rodeado de un disco de gas en el núcleo galáctico. Es la materia existente en torno al agujero negro la que, en su proceso de caída, libera energía, y en algunos casos se observan también chorros de partículas perpendiculares al disco que viajan a velocidades cercanas a la de la luz (los jets relativistas). Josefa Masegosa, experta en galaxias activas, nos hablará de las propiedades de estos objetos y de las técnicas de observación que permiten investigarlos.

Más razones: queremos una máquina del tiempo

¿Podemos retroceder en el tiempo y conocer cómo era el universo hace diez mil millones de años? ¿podemos estudiar cuándo se encendieron las primeras estrellas del firmamento?¿y predecir cómo será el universo en un futuro remoto? Sí, podemos, y lo hacemos desde Granada. "Con los telescopios observamos procesos que ocurrieron en otras épocas y, si somos capaces de ordenarlos en el tiempo, podemos trazar el hilo conductor que nos enseña cómo ha ido cambiando el universo. De esa manera podemos viajar hacia atrás", explica Alberto Molino, investigador del Instituto de Astrofísica que muy recientemente publicaba la primera muestra del ALHAMBRA survey, el mejor catálogo desarrollado hasta la fecha para el estudio de la evolución del cosmos. Esta primera muestra contiene datos de un total de cien mil galaxias, veinte mil estrellas del halo galáctico y mil posibles galaxias activas distribuidas en ocho regiones del cielo, que permitirán estudiar la evolución del universo durante los últimos diez mil millones de años con una fiabilidad estadística sin precedentes. En la noche más astronómica, Alberto Molino nos guiará, nada más y nada menos, hacia el pasado.

¡Hasta cine!

Y, para quienes se queden con ganas de más astronomía, ofrecemos un divertido paseo entre el cine y la astronomía, ASTROCINE, donde durante dos horas repasaremos la íntima relación entre cine y astronomía a través de películas famosas del genero de ciencia ficción y la ciencia astrofísica más puntera (en la Asociación Amigos y Amigas del Patrimonio y del Museo de La Zubia).

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