Nota de Prensa sobre la explosión cósmica del 8 de mayo de 1997 (información actualizada en 13 de febrero de 1998 tras la publicación de los resultados en la revista SCIENCE)

CIENTIFICOS ESPAñOLES DETECTAN LA CONTRAPARTIDA OPTICA DE UNA INTENSA EXPLOSION COSMICA DE RAYOS GAMMA


Desde su descubrimiento en 1967, el origen de las explosiones cósmicas de rayos-gamma, es uno de los misterios aún no resueltos en el campo de la Astrofísica. Las primeras detecciones se realizaron de manera fortuita, cuando a finales de los sesenta, científicos estadounidenses incorporaron a los cuatro satélites de la serie Vela cuatro detectores que deberían vigilar si la entonces Unión Soviética cumplía el Tratado de No-Proliferación de Armas Nucleares. En vez de observar las detonaciones nucleares procedentes de algún lugar de nuestro planeta, lo que observaron fortuitamente fueron explosiones cuyo origen estaba fuera de la Tierra. Los resultados no fueron publicados hasta 1973.

Estas explosiones, a modo de destellos muy intensos y con duración de varios segundos, se vienen registrando por término medio una vez al día. El mayor inconveniente radica en que no es posible determinar su procedencia a priori, y lo que es peor, tampoco se pueden localizar en el cielo con una precisión inferior a 1 grado, dos veces el diámetro aparente de la Luna llena en el cielo. El problema reside en identificar cual es el origen y qué tipo de fuente astronómica da lugar a estas explosiones tan energéticas.

Sin embargo, en el último año, la cámara (holandesa) de rayos X de gran campo (WFC) a bordo del satélite italiano Beppo-SAX, ha proporcionado en algunos casos posiciones con incertidumbres de tan sólo 2 minutos de arco, la décimoquinta parte del diámetro aparente de nuestro satélite natural.

Una de estas misteriosas explosiones, de sólo 35 segundos de duración, aconteció el día 8 de mayo, alrededor de las 11:41 de la noche (hora española), muy cerca de la Estrella Polar. Inmediatamente, en el Laboratorio de Astrofísica Espacial y Física Fundamental (LAEFF) del Instituto Nacional de Técnica Aerospacial (INTA), se recibió una llamada procedente de Italia. Bajo la coordinación del Dr. Alberto Castro Tirado -quien pertenece al equipo científico dedicado al estudio de los GRBs de SAX-, el doctorando Javier Gorosabel Urquía, que trabajaba hasta altas horas de la madrugada en el laboratorio, pudo alertar esa misma noche a los astronómos españoles que estaban trabajando en el Telescopio William Herschel en la isla de La Palma. Allí, el Dr. Enrique Martínez González y Narciso Benítez, del Instituto de Física de Cantabria (IFCA), dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Cantabria, con la colaboración de Myriam Centurión, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), obtuvieron las primeras imágenes (en luz azul) del objeto en el que se originó la explosión de rayos gamma, antes que ningún otro astrónomo en todo el mundo, y tan sólo cuatro horas después de la explosión gamma. Todo un record en este tipo de búsquedas. Simultáneamente fueron alertados astronómos alemanes que observaban en el telescopio de 2,2 metros del Observatorio Hispano-Alemán de Calar Alto (Almería). Las imágenes que ellos obtuvieron a una longitud de onda distinta (luz roja) han proporcionado una información muy valiosa.

Las observaciones se repitieron la noche siguiente (día 9), pudiendo los científicos españoles constatar la presencia de un objeto, identificado horas antes en Estados Unidos, que estaba aumentando de brillo gradualmente. Astrónomos americanos obtuvieron desde Hawaii otro espectro óptico con el mayor telescopio del mundo (de 10 metros de diámetro), la noche del 11 de mayo. Del mismo parece inferirse que GRB 970508 se encuentra al menos a unos 5.000 millones de años luz de nosotros (5 cuatrillones de kilómetros), a la cuarta parte del universo observable.

Los importantes resultados de Castro Tirado y colaboradores, que también han observado la región con el Telescopio Espacial Hubble} y el Observatorio Espacial Infrarrojo (ISO), han sido publicados hoy, 13 de febrero, por la prestigiosa revista americana Science . Confirman que por unos segundos, la explosión cósmica superó en brillo a toda una galaxia con sus cientos de miles de millones de estrellas, y que la energía liberada equivale a nada menos que a 10 quintillones (un diez seguido de 30 ceros) de bombas atómicas como la de Hiroshima !.

Afortunadamente, este tipo de cataclismos cósmicos -cuyo origen aún no se sabe con certeza- ocurre en cada galaxia una vez cada decenas de millones de años. Pero si se tiene la desgracia de que uno de ellos acontezca en un radio de unos 3000 años-luz de la Tierra (unos 3.000 trillones de kilómetros), las consecuencias pueden ser devastadoras. De entrada, la capa de ozono que rodea a la Tierra prácticamente se volatirizaría (sobretodo la de la cara del planeta que"mira" a la explosión de segundos de duración). Ello produciría cambios drásticos en la ecología y producción de alimentos a nivel mundial. Pero eso no es lo peor. Es posible que, como resultado de la venida incesante de partículas de muy alta energía durante los días subsiguientes, la superficie del planeta quede radioctivada durante miles de años, lo cual sería letal prácticamente para cualquier forma de vida. Pero no hay que ser pesimistas. Estas son las predicciones de un determinado tipo de modelos (hay decenas) y en cualquier caso, aún podrían restar 50 millones de años hasta de que se produzca tal cataclismo en la Via Láctea. La pregunta es obvia: sería una de estas explosiones la que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años?


Figuras

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Figura 1: Lugar donde se produjo la explosión cósmica en la esfera celeste con respecto a las constelaciones adyacentes. Cortesía de Tribuna de Astronomía.


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Figura 2a: Imagen de la explosión cósmica (señalada con una flecha) obtenida con el Telescopio de 2.2m de Calar Alto 5 horas después de la explosión en rayos gamma (9 de mayo de 1997).


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Figura 2b: Imagen obtenida con el Telescopio William Herschel de 4,2m en La Palma, 3,5 meses después de la explosión (25 de agosto de 1997). Nótese como la emisión óptica ha desaparecido por completo.


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Figura 3: Esta gráfica representa la evolución temporal de la luz visible asociada a la explosión cósmica.


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Figura 4: Esta imagen fue obtenida tras integrar durante 13.400-s con el telescopio WHT el 21 de marzo de 1998. La imagen, invertida con respecto a las anteriores que aparecen en esta página, muestra la galaxia (magnitud 25.3) en la que se produjo la explosión (el objeto situado en el centro, ligeramente desplazado hacia arriba a la izquierda), 10 meses después del cataclismo.



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Alberto J. Castro-Tirado y Javier Gorosabel Urquia
13 Feb 1998