En verano de 1989 investigadores estadounidenses grabaron varios fotogramas de intensos destellos luminosos provenientes de un fragmento de cielo, sin nubes localizado a más de 50 km de altura y que, sin que ellos se dieran cuenta en ese momento, se encontraban sobre lejanas nubes de tormenta. Habían hecho la primera observación de los llamados Transient Luminous Events o TLEs.