Cada verano, el cielo nocturno nos regala uno de sus eventos más espectaculares: las Perseidas, también conocidas como las Lágrimas de San Lorenzo. Esta lluvia de estrellas fugaces despliega su máximo brillo durante la segunda semana de agosto, un fenómeno que, si se observa desde lugares oscuros y alejados de las luces urbanas, puede llegar a ofrecer hasta 50 estrellas fugaces por hora. Sin embargo, la contaminación lumínica de las ciudades dificulta cada vez más disfrutar plenamente de este espectáculo astronómico.

Las Perseidas son restos del cometa 109P/Swift-Tuttle, que orbita alrededor del Sol aproximadamente cada 133 años. Al acercarse a nuestra estrella, este cometa libera polvo y partículas sólidas que quedan esparcidas en el espacio formando una cola que la Tierra atraviesa cada año entre mediados de julio y finales de agosto. Estos pequeños fragmentos, llamados meteoroides, entran a gran velocidad en la atmósfera terrestre —más de 210.000 kilómetros por hora— y, al rozar el aire, se calientan hasta alcanzar unos 5.000 grados centígrados, desintegrándose en un destello brillante conocido como meteoro o estrella fugaz. En ocasiones, partículas mayores generan bólidos, destellos mucho más intensos y espectaculares.

 

Perseida grabada desde el Observatorio de La Sagra en 2017. Créditos: J.M. Madiedo (IAA-CSIC)

 

La actividad de las Perseidas en 2025 alcanzará su pico la noche del 12 al 13 de agosto, aunque tanto la noche anterior como la siguiente serán también muy propicias para observarlas. En esta ocasión, la Luna estará en fase de cuarto menguante, apareciendo en el cielo alrededor de la medianoche con un brillo considerable que dificultará la observación de las estrellas fugaces más débiles. En condiciones ideales sin interferencias lumínicas, podrían observarse hasta 100 Perseidas por hora, pero lo más probable es que sean unas 50 las visibles.

No es necesario ningún equipo especial para disfrutar de este espectáculo: basta con mirar al cielo, preferiblemente desde un lugar oscuro y alejado de la contaminación lumínica que invade las ciudades. El punto del cielo desde el que parecen provenir las estrellas fugaces —su “radiante”— se encuentra en la constelación de Perseo, que aparece por el horizonte tras el anochecer, aumentando la posibilidad de verlas a medida que avanza la noche.

Pero no todas las Perseidas acaban desintegrándose en la atmósfera terrestre: algunas también impactan contra la Luna. A diferencia de la Tierra, nuestro satélite carece de atmósfera, por lo que los meteoroides colisionan directamente con su superficie a más de 210.000 km/h. Estos impactos son tan violentos que destruyen tanto a la partícula como a parte del suelo lunar, formando pequeños cráteres. Además, cada colisión genera un breve destello de luz que, aunque es invisible a simple vista, puede ser detectado desde la Tierra con telescopios especializados. Estudiar estos destellos permite a los astrofísicos obtener información valiosa sobre las colisiones en la Luna y, por extensión, también en la Tierra. Sin embargo, en 2025 la mayoría de las Perseidas que choquen contra la Luna lo harán en su cara oculta —la que nunca vemos desde nuestro planeta—, por lo que este año será poco probable captar esos destellos desde nuestros observatorios.

 

CONTAMINACIÓN LUMÍNICA: LA GRAN ENEMIGA DE LAS PERSEIDAS

Uno de los principales obstáculos para disfrutar plenamente de las Perseidas es la contaminación lumínica, el exceso de iluminación artificial que inunda nuestras ciudades y reduce drásticamente la oscuridad del cielo nocturno. Esta luz ambiental hace que muchas estrellas fugaces pasen desapercibidas, especialmente las más débiles, privándonos de la intensidad y magia que antaño ofrecían lluvias como las Perseidas. 

Por eso, para vivir la experiencia completa, es fundamental buscar espacios alejados de la iluminación urbana, donde la belleza natural del cosmos se pueda apreciar en todo su esplendor.

Imagen de la región de formación estelar masiva AFGL 5180

Las Perseidas observadas sobre la pradera de Ulanbum, en la ciudad de Chifeng, Mongolia Interior, China, el 14 de agosto de 2023.  Crédito: Costfoto/NurPhoto a través de Getty Images

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