25 aniversario del impacto del cometa shoemaker-levy 9 contra Júpiter

Entre el 16 y el 24 de julio de 1994, el cometa Shoemaker-Levy 9 impactó contra Júpiter. Todos los observatorios del mundo estuvieron pendientes de este evento único en la historia. La primera imagen del impacto se registró en el Observatorio de Calar Alto en Almeria. Fernando Moreno, Olga Muñez y José Luis Ortiz, del IAA-CSIC, rememoran aquellos instantes.

16/07/2019

Uno de los eventos planetarios, que podríamos calificar como el más importante ocurrido en el pasado siglo, fue la colisión del cometa P/Shoemaker-Levy 9 (SL9) con Júpiter. Por primera vez sabíamos la fecha exacta en la que habría un impacto de un cometa contra un planeta: Júpiter. El Shoemaker-Levy 9 (fragmentado en 23 trozos por las fuerzas de marea de Júpiter), impactaría en el hemisferio sur de Júpiter entre el 16  y el 22 de Julio de 1994. Los astrónomos de todo el mundo prepararon sus telescopios (incluidos telescopios espaciales) para observar el evento. Nuestro objetivo fue realizar la mejor posible cobertura del evento, consiguiendo tiempo de telescopio en La Palma (4.2m William Herschel), Izaña (IAC80), el Observatorio de Sierra Nevada (1.5 m), y Calar Alto (3.5m)  usando una cámara infrarroja. Dada nuestra preparación tanto desde el punto de vista observacional como teórico de la atmósfera joviana, sabíamos desde un principio que los eventos de colisión iban a ser fácilmente registrables, incluso su evolución, debido a que la colisión iba a producirse en una región relativamente oscura del planeta y cerca del limbo desde Tierra. Las imágenes obtenidas con filtros específicos correspondientes a las bandas del metano en el infrarrojo cercano obtenidas en Calar Alto y los espectros así lo revelaron (Ortiz et al., 1995b). De hecho, las primera primera observación mundial del primer impacto la realizó el equipo hispano-germano (IAA-MPG, MPIA, USM, Munchen) desde el Telescopio de 3.5m del Observatorio de Calar Alto.

El análisis fotométrico en términos de modelos de estructura vertical realizados para las regiones de impacto comparadas con las regiones cercanas revelaron ciertas propiedades físicas del material que quedó depositado en la atmósfera tras el impacto, como los índices de refracción de las partículas y su radio equivalente medio, y establecía un límite inferior al tamaño del fragmento H de 230m (Moreno et al., 1995). Estos datos estaban de acuerdo con las estimaciones realizadas independientemente a partir de las imágenes obtenidas con el telescopio espacial Hubble, lo cual fue de gran relevancia. También realizamos un análisis similar sobre los fragmentos G (Molina et al., 1997a, 1997b) y E/F (Muñoz et al., 1996), obteniendo las propiedades físicas de las partículas y el tamaño de esos fragmentos. Asimismo, establecimos la curva de luz del fragmento H con las observaciones ópticas realizadas en el telescopio William Herschel (Ortiz et al., 1997), estimando los niveles de presión en la atmósfera donde se originaba la emisión.

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